Por Darío Dávila
¿Cómo se ve nuestra portada desde el otro lado de la calle? ¿Cómo se ve en el kiosco de periódicos? ¿Fue irresistible? ¿Querrán los lectores disfrutar nuestra edición a diferentes horas del día? ¿Acompañará nuestra edición el desayuno, el tráfico, la oficina y el fin de semana en casa? ¿Qué emoción perdurable logra la tinta y el papel? Algunos editores de diarios en alianza con periodistas gráficos, , logran que sus lectores respondan positivamente esas preguntas.
Otros simplemente, hacen periódicos para sí mismos, para su director o para sus colegas de la competencia. Los periodistas visuales tienen una ventaja: Entienden que el contenido visual también es noticia. Algunos diarios logran que las palabras y el diseño se hagan el amor. Otros, -justificando sus presuntas inversiones en rediseños, o la presunta falta de creatividad de sus equipos- prefieren no arriesgarse. Les preocupa mucho el cierre y poco la planeación. Les inquieta mucho la publicidad y los políticos. Pero no su agenda ciudadana.
Un lector no sabe qué hay detrás de una portada irresistible o de una portada sin emoción. Un lector busca historias bien contadas, escritas y presentadas. Los lectores agradecen a los diarios que innovan. Se innova con la diversidad y no con el pensamiento único.
Hagamos mejor periodismo, mejores portadas, mejores textos. Compartamos valores, arriesguemos, promovamos. Si los diarios fueran dirigidos por niños, las portadas serían honestas, transparentes, emocionantes, nuevas, sinceras. Nunca serían iguales. Todo sería un mundo por descubrir. Seamos más niños al momento de hacer periodismo. No perdamos la pasión por innovar e inspirar.
¿Puede el diseño salvar a los periódicos?
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